jueves, 16 de mayo de 2013

Jezabel con Bette Davis.


Jezabel no es la mejor película ni de Bette Davis ni de William Willer, sin duda el vestuario, ambientación y realización artística es más que sublime, pero el principal defecto es que la trama no se sustenta con una base sólida. Los personajes van apareciendo como surjidos de la nada y nos destapan trozos de su vida, pero esas lagunas en la base del argumento hace que Jezabel se vuelva una película difícil de ver, pesada y aparatosa. Con esto no quiero decir que sea una mala película porque no lo es. Las performances están excelentes en especial la que hace de doncella de Bette Davis, aunque también tengo que decir que Henry Fonda (actor maravilloso al que admiro) aparece más rígido que un polo recién sacado del congelador, quizá los trajes demasiado apretados le impedían moverse con claridad. Como leí en una crítica: "Nunca un vestido rojo fue tan rojo en una película en blanco y negro" así es, sin duda el vestido rojo dió que hablar en Jezabel. Bette Davis se dispone a ir al baile, pero claro todas las jóvenes llevaran vestidos blancos como símbolo de su intocable virtud, pero ahí está Bette que como no podía ser de otra manera tenía que llevar un vestido rojo, al principio todas las doncellas, sirvientes y ser humano viviente se opone a que Bette lleve un vestido rojo, símbolo del pecado y la lujuria, pero si algo está claro es que si Bette dice que quiere el vestido rojo, no tengas la menor duda que acabará llevándo el vestido rojo. Y allí se planta Bette con su vestido rojo y con el rígido de Henry Fonda, al prinicpio se crece, pero poco a poco se siente intimidada por las miradas inquisidoras de las jovencitas de vestido blanco (y supuestamente virtuosas) acompañadas de sus galanes, tan guapos y castos ellos. La pobre Bette acaba por derrumbarse, pero Henry Fonda la humilla y sigue bailando, y baila y Bette aguantando el tirón como puede. Básicamente Jezabel es eso, un vestido rojo, un Henry Fonda rígido, un desamor que luego vuelve, entre medio algunos conflictos, un final inesperado y poco más. Lo que más gracioso me resultó es que en muchos momentos Bette Davis parece estar evocando a la mismísima Scarlett O'Hara, incluso algunas escenas se parecen, personaje sureño, esclavos, doncellas que ponen el corsé. A mi parecer eso fue un gran error, que necesidad tenía Bette Davis de recordarnos a Scarlett, cuando Bette es maravillosa siendo Bette Davis, sin duda me resultó entrañable. Hay escenas que no entendí, como cuando se pone Bette a cantar con los niños sureños, ¿tenía algún significado? o canta porque le apetece cantar. Otra escena que no me conmovió en absoluto, es la conversación entre Bette y Fonda (enamorados en la película) cuando Bette se disculpa por la escena del baile, es un diálogo tan frío, que si en lugar de Henry Fonda ponen un árbol nadie habría notado la diferencia, como se puede tener al lado a Bette Davis y ser tan soso, no lo entiendo, yo que soy fiel defensora de las pasiones volcánicas, del deseo, el desenfreno, no soporto que dos actores estén uno enfrente del otro y no transmitan nada, ese contacto físico, una mirada cómplice, pero algo, con esto no estoy criticando en absoluto la actuación de Bette Davis, jamás me atrevería, quizá el director lo quería así, una historia de amor, muy, pero que muy recatada. Por algo Bette Davis es la segunda actriz más importante en la historia del cine, y si vi está película fue exclusivamente por ella, esos ojos grandes y enigmáticos que al día de hoy no he sabido descifrar si detrás de esa mirada se escondía un anhelo o algún secreto. Y que decir de esa escena realmente sorprendente donde vemos a Bette besando a una de sus doncellas como agradecimiento por algo (no recuerdo el que), en un intento de parecer moderna, ¿era o no era adorable Bette? Que no me digan pero la mejor película de Bette Davis será siempre "Eva al desnudo", porque supo retratar de manera extraordinaria el interior y alma de una actriz y por supuesto "¿Que fue de Baby Jane?" al lado de la gran Joan Crawford. Sin duda Bette Davis otra maravilla del séptimo arte.

Bette y el vestido rojo.

Aquí falta pasión.




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